✅Con el uso de la palabra y verdad podemos ser más ⇨ longevos

Buynewyork Reply mayo 05, 2021

Hace 2500 años ya se hablaba  de enfermedades físicas se podían curar por palabras. Fijaros lo que estamos hablando. Curar a través de las palabras. No me diréis que no rompedor este concepto a través de las palabras. Es más, en el Peloponeso, que es donde se creó la Grecia, la escuela de Hipócrates, la primera escuela médica de Grecia en bloques de piedra había inscritas historias de personas que se habían curado de enfermedades muy graves en aquella época.

Con el uso de la palabra y verdad que la palabra nos puede ayudar o nos puede anular. Verdad que una palabra de ánimo en un momento de que te diga si tú eres capaz. Venga. Verdad que en ese momento podemos sentir una vivificación, una renovación. Y hay personas a veces que te dicen palabras como para que lo intentas y sabes que no puedes. Y en ese momento dejas de poder. Bueno. Por qué os cuento esto? Os cuento esto porque en aquel momento empecé a buscar la conexión entre lo físico, lo mental y lo emocional.

Y precisamente hoy mi misión es ayudarnos unos a otros a encontrar no ya formas de reducir el sufrimiento emocional que experimentamos en momentos tan complicados como la actual, que afectan a la salud, que afectan las relaciones, que afectan a la economía, a como van tus empresas, tus tus temas de tetra, sino el tremendo sufrimiento psicológico que se está viviendo. Yo os voy a contar una historia que vivir real para que entendáis lo que os quiero decir. Mirad, yo tengo algunas cualidades, pero siempre he tenido algunas limitaciones y una de ellas era que se me daban muy mal los deportes, se me daba muy malos deportes.

Entonces bueno, pues me limitaba a caminar por los patios de los patios del colegio, por el patio del colegio que era enorme en Madrid, viendo a la gente jugar. Entonces un día ocurre algo que a mí me genera un momento de ilusión y de esperanza. Éramos todo chicos y nos dice un día el profesor  en clase tengo una buena noticia que daros. Vamos a contratar entrenadores profesionales. Y yo dije con un entrenador profesional mi vida va a cambiar sí o no?

Eso es lo que piensa. Mi vida va a cambiar. Por fin aprenderé. Seré bueno. No tendré que andar como un marginado viendo a los demás jugar. Entonces decía Bueno, vamos a ver cuál será mi deporte el fútbol, el baloncesto, el balonmano. Porque había tres deportes. El colegio igual a Dios es igual. Con tal de jugar alguno me vale. Lo dicen bajar al patio después de la clase, que los entrenadores van a ir y van a formar los equipos.

Y estábamos todos mogollón ahí de toda clase. Y entonces llega el primero, gastábamos. Yo estaba super nervioso, digo cuál? Cuál me escogerá? Cuál me escogerá? Llega entrenador de fútbol y dice Soy el entrenador de fútbol, ya podía hacer. Así que los futboleros, como si fuera un imán, se fueron . O sea, una cosa increíble. Bueno, el grupo se redujo y ya hay bastantes. No puedo coger más, hijo, digo, a la próxima aproxímate, que sea más rápido y llega el entrenador de baloncesto.

Un momento, a ver a quién cogió. Queridos, a los altos. Yo no daba, no daba el listón. Yo dije no me fastidia el balonmano, no es lo que más me gusta y es una pandilla bestias, pero bueno. Y llega el de balonmano y coge a los tíos fuertes y ya suficiente. Y nos quedamos 10 10. De esto y ahora? Y ahora qué hacemos? Qué hacemos ahora?

Porque no es así. Bueno, no sé, pero volvemos a clase. Y aparece otro. Empieza a mirarnos, a mirarnos. Una sensación muy rara, como si te estuviera desnudando el tío. Se parece. Sabéis lo que sois? Toma ya! Preguntador de metafisico. Quién soy? De dónde vengo? A dónde voy? Digo. Pero este no es un entrenador. Este es un profesor de filosofía. Y nos quedamos mirando y digo yo, pues no iba el tío y dice literalmente lo siguiente Yo os lo diré sois basura y como basura os trataré.

El tío era integró. Lo que decía. Lo hacía, eh? Era el profesor de gimnasia. Sabéis lo que era aquello cuando estaba diluviando? Pero no digo lloviendo. Diluviando. 10 desgraciados seguían corriendo por el patio. Siguiendo un silbato. Me empecé a coger odio a todo lo que fuera deporte, para mí el día de gimnasia era como ir al infierno. Mi padre, que fue un gran hombre, quería que yo de alguna manera no odiara el deporte, que de alguna manera me abriera a algún deporte.

Hizo varios intentos, que si el tenis, que si cada vez que me decía algo eso papá, no me hables de ningún deporte, por favor. Ya sufro bastante con la gimnasia. Bien, así estaban las cosas. Pero un buen día mi padre se enteró a través de un compañero del trabajo que hacía unos tres años, si no recuerdo mal, que había llegado a España por primera vez un nuevo deporte se enteró. Mi padre no sabe nada.

El yudo. Todo el mundo conoce el judo. Verdad? En aquella época no lo conocía nadie. Acaba de llegar a España y mi padre un día va a verlo, dice esto es palmario. Se me acerca y dice Mario, quiero hablarte de algo que no sea un deporte. Me dice No, esto es lucha. Entonces yo estaba como una moto y digo me interesa. Dice Vente a verlo, hijo. Yo lo vi y recuerdo que era muy interesante porque el gimnasio era precioso, era enorme.

Total, que voy allí y empiezan a enseñarme la llave más básica que se llama o la más básica. Y yo empiezo con el O GOSHI

. Pero claro, veo los amarillos haciendo otras técnicas, los naranjas otras y el verde ve todo. Y claro. me dice mi padre. Qué tal, hijo? Te está gustando? Sí, papá, pero estoy con el ojo, a ver si me cambian la llave que estoy en ojos y que soñaste con O GOSHI, hijo mío, hay que dominar las cosas.

Oh, mi padre! Papá, va a haber un combate. Yo voy a combatir. Que bien, hijo, yo con los nervios que tengo yo os cuento como estaba la situación y ahora los reviviré porque esto lo revivo cada x tiempo para acordarme ciertas cosas bien. Tatami Bancos de madera, muchos. Llenos de personas, algunos fotógrafos, periodistas y algunos familiares, y entre ellos mi padre al fondo. Una mesa con los tres jueces Fernando Franco Saravia y dos cinturones negros.

Primer dándolos que lo había formado. Y a la derecha nos ponemos todos según tu nivel de yudo. Los primeros, o sea, los blanquitos, los amarillos, los naranjas y el único verde, que era un chaval muy agradable, un tío muy enorme para hacer las cosas maravillosos. Y yo estoy cinturón Blanco esperando iban saliendo de pared parejas, sabís a un punto y una vez combatían, osea acometían los dos y el que ganaba ippon, punto.

O sea, una copa y se le darían una copa y luego se sentaba ahí. Entonces yo estoy aquí super nervioso y empiezan a llamar a los blancos, claro, y yo dentro de nada me van a llamarlo y se acaban los blancos. Ya no hay blancos. Tú sabes esto cuando existes. Pero da la sensación de que nadie sabe que existes. Como que no te bendice. Estoy aquí. Entonces estoy yo. Un hueco amarillo, naranja y verde.

Digo esto es una injusticia. Con amarillo, no amarillo, pero con amarillo. Empiezan a llamar los amarillos. Y se acaban los amarillos. Y el hueco se extiende. Pero cómo es que no me ven que estoy aquí? Digo con un naranja, no con naranja. Es cruel. Empiezan a llamarlos naranjas y se acaban los naranjas. Y entonces hay un hueco. Yo estoy aquí. Y el verde está allí. Y esto qué digo? Esto qué es?

Mirando y diciendo una última alegría, chaval, yo estaba, en fin, al borde del colapso. Va a empezar el combate. Y mi padre con dos narices.

A pesar de toda la gente que había, dice Mario, ven y mira a los jueces y dice Sí, sí. A ver qué quiere. Voy, papá. Qué quieres? Voy a combatir en el fondo. Y lo decía voy a morir. Iba mi padre y me dice hazle un O GOSHI y que le iba a hacer.

Yo digo uno si se hijo cómo se te da el O GOSHI el O GOSHI se te da bien hijo. El O GOSHI es tu fortaleza. Yo no sé lo que es a mí, pero yo cuando volví al tatami no tenía uno. Si luego si me tenía a mí, yo era otro. Hicimos el saludo. El tío se acercó sobradillo entendéis? Yo me lancé como un Sputnik, le agarré, le hice un O GOSHI de tal potencia que creí que se estampaba contra la pared.

Le agarré como si fuera lo mio. Una zarpa giró, me fracturó el brazo. Pero gané el combate. Gané el combate. Claro. Yo recuerdo el dolor horrible porque me fracturó el húmero. El dolor horrible. Pero todavía recuerdo. Una voz que dijo es imposible. Ha ganado el blanco. Yo vengo a hablaros de los imposibles, queridos. Que cuando uno se encuentra que delante tiene un cinturón verde que es mucho mayor. Algo tiene que transformarse en nuestro interior.

Para presentarle nuestro mejor goce, decir no estamos hablando de la seguridad de ganar el verde. Estamos hablando de que tú te presentes como quien realmente eres en el momento en el que es más necesario. Y por eso de lo que vamos a hablar es de esto, de que eres mucho más de lo que crees. Eres un judoka mucho mejor de lo que te imaginas. Aquella experiencia fue tan profunda en mí que durante muchísimos, muchísimos años practiqué artes marciales.

Fue una experiencia tan transformadora darme cuenta de lo que había salido de mi interior. Cómo era posible que un tío que se sentía absolutamente impotente y que racionalmente no tenía ninguna opción Cómo es posible que pudiera ganar a semejante oponente. Y eso es lo que quiero transmitiros. Tenemos todos un oponente importante delante- Y no podemos ir encogidos. No podemos escuchar voces que nos dicen uff, esto es demasiado para ti. Uf, esto no hay quien pueda con ello.

Porque entonces no habrá fuerza humana ni sobrehumana que nos pueda ayudar, porque ya hemos decidido que no somos capaces. Entendéis lo que os quiero decir. Entonces ahí tenemos que avanzar, ahí tenemos que conectar para abrirnos a este espacio donde reconocemos que somos mucho más de lo que pensamos. Qué fue lo que me dio la victoria. Lo que me dio la victoria fue un conocimiento técnico que Lugosi, pero sólo con Lugosi, con éste. Yo sé el tamaño que tenía aquel hombre que con un nuevo si no hubiera podido y menos levantarle con semejante fuerza.

Entonces, qué me dio la victoria. La serenidad, la confianza y una energía brutal que salió no sé de dónde y que me permitió proyectar a este hombre a tal velocidad que le tuve que agarrar en el aire. Y desde luego, la ayuda de mi padre, porque mi padre confió en mí cuando yo no confiaba en mí mismo. Por eso el gran filósofo norteamericano Emerson dice La mayor desgracia de un ser humano no es morirse, es uno encontrar en su vida a nadie que la ayude a lograr lo que es capaz de lograr.

La fractura me dolió, claro que me dolió. Recuerdo que lloraba del dolor. No tuve valor para un hospital. La fractura se pasó, el crecimiento queda. Vamos a pasar miedo, vamos a sufrir. Pero detrás de eso no hay más dolor y más miedo. Hay crecimiento, evolución, mejora y transformación. Y eso es clave, que nos amarramos a eso porque eso es real. Ahora, eso va a pedir de nosotros el estar decididos a aceptar que parte del camino está acompañado de miedo y de dolor.

Os dais cuenta de cómo uno vive las cosas de una manera diferente. Si cuando sale a su día el lugar de decir Dios mío, que no me encuentre con un cinturón amarillo, con un cinturón naranja y un verde, eso sí, que no salgas diciendo yo soy un gran judoka, tendré sólo uno O GOSHI. Pero mi O GOSHI. Eso sí que es un ojo, se. Vencer aquel chico era vencer mi sensación de insignificancia, vencer a aquel chico era para mí transformar la forma en la que me miraba y me veian.

Esto se te queda de por vida.

Ahora que sabes el poder de las palabras, ¿vale la pena decirte que no sirves?

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